El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo condenó en un juicio político exprés al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, a una pena de 26 años y cuatro meses, calificándolo de “traidor a la patria” y fabricándole los delitos de “menoscabo a la integridad nacional, propagación de noticias falsas, obstrucción de funciones o agravada desobediencia, todo en concurso real y en perjuicio de la sociedad nicaragüense”. Además la dictadura ordenó despojarlo de su nacionalidad, tal como hizo con los 222 excarcelados políticos desterrados este 9 de febrero. En un acto de venganza, Monseñor Álvarez fue trasladado hacia la cárcel La Modelo de Tipitapa, luego de negarse a ser desterrado a Estados Unidos junto a otros 222 reos políticos excarcelados.